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domingo, 29 de septiembre de 2019

11- Centralia, Estados Unidos

Centralia

En 1962 un fuego mal apagado se propagó a la mina de carbón situada debajo de la localidad. El fuego no se pudo apagar en las décadas siguientes y se estima que seguirá ardiendo durante 250 años más. Los niveles crecientes de monóxido de carbono y un par de incidentes llevaron al abandono del pueblo durante los 80.
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En 1980, Centralia tenía algo más de 1.000 habitantes. En el año 2013 quedaban 7, la ciudad se había convertido en un extraño bosque apocalíptico y bajo tierra seguía ardiendo un fuego que no ha parado desde hace más de 50 años. Esta es la fantasmagórica historia de un lugar que ya no es.
Existe una ciudad en Pennsylvania donde el tráfico en dirección norte de la Ruta 61 está temporalmente ramificado en un pequeño desvío. Hablamos de Ashland y de un cambio de dirección que no queda muy claro para el conductor. De hecho, cualquiera se puede adentrar en la ruta “antigua” ignorando el desvío.
De ser así, nos aventuramos por la carretera original que desemboca en un extraño cierre vial. Después de eso esta Centralia, hoy un extraño paraje, una urbe fantasmal, con edificios abandonados y carreteras con grandes boquetes, una ciudad cubierta de vegetación. Si has llegado hasta ahí, es posible que puedas sentir el latir del infierno que hay bajo la tierra de Centralia. A varios metros de profundidad el fuego no ha cesado desde 1962.

La trágica historia de la ciudad comenzó en 1962, momento en el que la mayoría de las minas habían cerrado y se vivía un declive económico. Un día, varios trabajadores quemaron un montón de basura en el interior de una de las minas abandonadas que estaba siendo utilizada como vertedero de la ciudad.
La quema de exceso de basura era una práctica común, pero en ese momento en particular existía una agravante peligroso: una veta expuesta de carbón antracita. El mineral, altamente inflamable, se encendió inesperadamente por el fuego de la basura.Los bomberos pudieron extinguir las llamas en el exterior, pero no se dieron cuenta de que el carbón continuaba quemándose bajo tierra. Durante las semanas siguientes el fuego se extendió hacia las minas de carbón circundantes y bajo la ciudad.
Poco después, el departamento de medio ambiente de Pennsylvania comenzó a monitorear el fuego perforando agujeros en la tierra. El plan consistía en determinar el alcance y la temperatura de las llamas. Aunque en ese momento no se supo, hoy se cree que la perforación de estos pozos alimentó la combustión del carbón.

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