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viernes, 4 de octubre de 2019

16- Epecuén, Argentina

Villa Epecuén

A la villa Epecuén la hace única el hecho de haberse erigido nuevamente entre las aguas. Su construcción se realizó en 1821 y rápidamente se convirtió en uno de los balnearios más exclusivos de Argentina. Se decía que sus aguas tenían excelentes propiedades minerales y la OMS la había incluido dentro de la medicina tradicional. Su fama era tal que en los años 70 llegó a albergar 5.000 plazas hoteleras y unos 250 establecimientos. Su talón de Aquiles fue la mala planificación urbanística. En 1985 el muro de contención que separaba la villa del lago cedió estrepitosamente. Los ciudadanos fueron evacuados y la ciudad desapareció bajo las aguas. Años más tarde el agua volvió a su estado original dejando entrever escombros y recuerdos de una época de esplendor.

En 1975, el gobierno provincial construyó el canal Ameghino, una obra de ingeniería que conectaba varias cuencas y regulaba el caudal de agua en todas las lagunas de la región. Con este sistema ninguna se secaría y no había riesgo de inundación. La idea era estabilizar el caudal irregular de la laguna, una característica natural e inherente a su condición, pero que causaba serios trastornos a la actividad turística. Los trabajos comienzan con la construcción de un canal recolector de agua, pero son abandonados a medio hacer con la llegada de la Dictadura Militar en 1976.
Este panorama comienza a verse agravado desde 1980 con el surgimiento de fuertes lluvias, que amenazan con anegar al pueblo. La laguna crecía entre 50 y 60 centímetros por año y amenazaba con rebasar el terraplén defensivo de cuatro metros de altura sobre la costa, construido para proteger al pueblo. En 1985 la provincia de Buenos Aires pasaba por una de las peores inundaciones de su historia. Cuatro millones y medio de hectáreas habían quedado anegadas por un desborde del Río Salado. Las pérdidas —por evacuación, por poblaciones incomunicadas y por deterioro global de la economía de los distritos afectados— luego se medirían en mil quinientos millones de dólares.​ Durante una fuerte crecida ocurrida a principios de noviembre de 1985, algunos vecinos del pueblo —entre ellos, los bomberos de la zona— comentaban que el terraplén que los separaba del lago podría caer, mientras que los funcionarios municipales y provinciales sostenían que cualquier desborde no superaría los diez centímetros y que esta villa del suroeste de la Provincia de Buenos Aires seguiría siendo uno de los principales centros de salud del país. Pero el 10 de noviembre de 1985, el terraplén cedió y los excedentes hídricos inundaron el pueblo, que tuvo que ser evacuado. El trabajo “fuerte” de evacuación duró 15 días y no hubo ninguna fatalidad, si bien hubo que trasladar hasta a los féretros del cementerio— la municipalidad los derivó a Carhué, a unos ocho kilómetros. Epecuén se fue cubriendo de agua lenta y paulatinamente y sus casi 1.500 residentes estables perdieron todo. Dos años después llegó a su pico máximo de inundación; las ruinas quedaron bajo el agua durante dos décadas
Se ha imputado al entonces gobernador Alejandro Armendáriz de haber ordenado sacar los sistemas de defensa que paraban el agua de un sistema hídrico que, como el de las seis lagunas "Encadenadas" al norte de Carhué no tenía contención. Las indemnizaciones en australes fueron afectadas por la hiperinflación reinante. Varios funcionarios serían posteriormente imputados por desvío de fondos públicos que estaban destinados a las obras públicas contra las indundaciones, entre ellos el vicegobernador, y el ministro Conrado Storani y el ministro Aldo Neri, quien sería acusado por los vecinos damnificados de desviar la ayuda alimentaria a punteros, siguiendo criterios políticos partidistas a cambio de votos.
El pueblo fue evacuado en su totalidad, y el agua no retrocedió.
Hacia mediados de 1993 Villa Epecuén se encontraba a 7 metros bajo el agua. Durante esos años se realizaron obras para impedir el ingreso de caudales externos a la laguna, por lo que la cota comenzó a descender lentamente.
El nivel del agua ha retrocedido casi en su totalidad. Aun es visible el trazado de las calles, el dique de contención y las ruinas de las casas, hoteles y edificios emblemáticos. Abundan árboles muertos, edificios en ruinas y vehículos oxidados. En 2010 quedaban ya pocas manzanas inundadas, si bien el pueblo continúa deshabitado y en ruinas.​
Las ruinas son frecuentemente visitadas por fotógrafos, turistas de distintas partes del mundo, periodistas y entusiastas de los deportes extremos. Como ya se mencionó, el lugar es habitado solamente por Pablo Novak, un hombre nacido el 25 de febrero de 1930 que se resiste a abandonar su pueblo y lo recorre habitualmente acompañado de su perro "Chozno".
Sus ruinas se hallan en los bordes de la Laguna Epecuén a unos 7 km al norte de la ciudad de Carhué.
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En el siguiente video vas a aprender más acerca de esta ciudad y de el único habitante en la ciudad...

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